miércoles, 26 de mayo de 2010

EL LOBIZÓN

Cuando trabajas con la "Historia", una de las referencias que nunca puedes dejar de lado en la investigación son las llamadas fuentes orales. Esta denominación tan académica consiste ni más ni menos que en la recopilación de aquello que se ha ido transmitiendo de padres a hijos a lo largo de los siglos, una información que probablemente nunca haya sido recogida en ningún documento de archivo, libro de cuentas o testimonio gráfico, pero que forma parte de lo que en el pueblo siempre se ha sabido, de lo que un vecino creyó que vió o de una canción de cuna, tarareada en susurros rítmicos por una joven mamá.
Es evidente que estas fuentes tienen que ser siempre tomadas con cautela porque en este tema del boca a boca es donde mejor se representa aquel juego del teléfono que nos gustaba tanto de pequeños, cuando de la primera frase cuchicheada al oido de un compañero, se hilaba toda una historia que acababa en la última oreja, la mayoría de las veces sin sentido y por supuesto sin mantener ni siquiera un parecido razonable con la intención original.
Así es como se han ido forjando las leyendas, los mitos y la magia a través del tiempo: donde el abuelo vió un perro, el hijo vió un lobo y el nieto, el más imaginativo, se fijó en que el animal presentaba cierto aspecto humano.
Y a partir de ahí, el engranaje de la rueda ya no puede parar, la leyenda nace primero local y luego la transportamos con nuestras maletas y en nuestros barcos de conquistas y nos la llevamos a otros países donde será recibida y adornada con nueva sabia para continuar su camino en la imaginación de los hombres y las pesadillas de los niños.
Siguiendo el ejemplo anterior, es fácil comprobar que el lobo-hombre europeo, aquel al que parodiaba La Unión, se convirtió con el descubrimiento y la colonización de América en el "lobizón," una mezcla de perro y cerdo en la que tiene que transmutarse, porque así lo obligan siglos de magia, el séptimo hijo varón de cada familia, al que para redimir de dicha penitencia podremos tratar según el país del que seamos compatriotas, llamándole Benito (no me pregunteis por qué) o convirtiendo al hermano mayor en su padrino, costumbre con fuerza de ley en Argentina, donde Perón concedió el padrinazgo moral del Presidente de la Nación a todos los séptimos hijos de familia.
Cuántos nombres de leyenda han sido el orígen de una investigación o de alguna tesis y cuántas fábulas de las que contamos a nuestros niños para dormir han sido recitadas ya en este mismo espacio y este mismo aire por alguno de nuestros antepasados.
Aunque en el cole fuera un rollo saberse los reyes godos, no me negareis lo bonita y lo curiosa que es nuestra Historia.

10 comentarios:

JCR dijo...

El año pasado investigué la historia de mi pueblo (Gilena-Sevilla), desde el hombre prehistórico, pasando por diversas civilizaciones (asentamiento romano bastante importante -Cesar y Pompeyo-), pieza clave en la reconquista del Reino Granada hasta el siglo XVII donde se forma el primer núcleo urbano, muy cierto es bonita, curiosa, fascinante y necesaria para saber sobre nosostros.

Mamen Orcero dijo...

Yo puedo comprender que la historia vista desde un libro, así a palo seco como nos la enseñaban en el colegio pudo ser difícil de asimilar pero ahora, con todas las posibilidades que tenemos alrededor es una maravilla poder usar los recursos adecuados para enseñar a los chavales la historia en los museos, en los archivos, en talleres. Tocar, como se les permite en alguna actividad un trozo de cerámica y pensar que alguien la hizo en el siglo I es realmente fascinante. A quien sea imaginativo, te aseguro que se le "va la olla". Gracias JCR por tu comentario y por acercarte como siempre a la hora del café.

Anónimo dijo...

Ahora me gustaría que alguien de los que nos visitan del otro lado del Atlántico que aveces se dejan ver por este blog,nos dijera qué es lo que estudiaron en su país de la época de la colonización de América por los españoles,siempre me ha dado curiosidad saber que punto de vista reflejan esos libros.

Mamen Orcero dijo...

Muy interesante la reflexión. Cuando un día entró en el blog una chica de Argentina, tuve la esperanza de que se acercara más veces a la tertulia para que expresara su opinión sobre muchas cosas que nosotros conocemos de manera sesgada. Hace unos años cuando viví en Sevilla tenía una compañera mejicana, hija de un inmigrante libanés y una española, ambos descendientes de personas que habían huído de sus países por guerras y que habían sido acogidos en Méjico. Disfruté enormemente hablando con ella. Me ofreció la visión de su familia de dos conflictos completamente diferentes, fíjate Líbano y España, del país donde vivía y la forma de ser de sus vecinos. Y además todo aderezado con ese deje tan simpático y esas palabras que suenan a nuestras pero con un son distinto.

Laarpia3 dijo...

Que bonito el tema. Yo odiaba la historia, creo que por cómo me la hacían estudiar. Esos libros enormes llenos de fechas y datos, a los que el profesor no les daba ningún entusiasmo. Los profesores de historia deberían de ser apasionados de la historia y buscar un método para transmitir lo verdaderamente bonito que es saber de donde venimos y quienes estaban aquí antes que nosotros y como vivían y pensaban.

geli dijo...

Yo tuve una profesora de Historia Económica que en el año 92 terminó su último día diciendo, España se está preparando para entrar en la CEE, jeje tenía los apuntes en folios amarillos (os recuerdo que entramos en el 86). La verdad es que no he tenido mucha suerte con el profesorado de historia, siempre se han limitado a leer los apuntes. Creo que es mucho más divertido si de cada pasaje de la historia te cuentan alguna anécdota, cotilleo de la época, lios entre reyes y concubinas, etc etc,

Mamen Orcero dijo...

La historia bien contada es un cuento y a todos nos gusta que nos cuenten relatos pero el arte está en saberlos contar. Por detrás de los datos está eso que se denominan historias de la historia que son esos detalles, anécdotas y cotilleos que tanto nos llaman la atención y que son tan auténticos como las fechas o los estilos arquitectónicos que había que saberse de memoria.

Anónimo dijo...

La historia es como todo,te interesará más o menos depende de la forma que te la cuenten.

fam dijo...

¿porqué me sonará a mí eso de que en alguna actividad se permita tocar un fragmento de cerámica del siglo I? sí que es increible como las fuentes orales marcan nuestra cultura, nuestra manera de ver el mundo según quien nos la haya contado. Una noche en medio del desierto de Mali, Mamadú (original de allí) interrumpió entusiasmado una conversación para gritar "mirar! un dogón volando!" nos contó que en el país Dogón los jefes de las tribus tienen el poder de volar por la noche para vigilarlos... y quien iba a ser el listillo que le dijera que era un simple avión. Leyendas, mitos, religiones que a lo largo de la historia se sirven de lo desconocido, de lo inexplicable, para tratar de asegurar la fidelidad de su pueblo. Porque me van a decir ustedes que creer que hay un Dios todopoderoso que desde arriba está pendiente de todo no acojona un poco....

Mamen Orcero dijo...

Mili, tú como siempre enriqueciendo la tertulia con esa mezcla maravillosa que tienes de cultura adquirida y de cultura vivida.
En cuanto al poder que ejerce sobre nosotros lo desconocido, es un tema apasionante. Además si te fijas todos estamos unidos por el mismo miedo porque incluso las dos teorías o los dos puntos de vista que más separan la forma de creer de la gente ( una religión con un Dios Creador o simplemente la teoría de la creación del Universo por el big-bang), las dos te dan que pensar cuando miras al cielo y te pierdes en la estela de los puntitos brillantes. La mente humana es realmente alucinante.

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